Los Maestros enseñan: El Celibato es la negación de la Ley Divina de Procreación del género humano y un crimen de la humanidad ignorante.
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad. Buenas tardes hijos míos: Espero que los sacerdotes en estos momentos, puedan valorar nuestras palabras que encierran la Sabiduría Suprema.
Ustedes deben ser sabios en la Creación. Recuerden hijos míos, que les dejé hace aproximadamente un año y seis meses, una conferencia sobre la necesidad del amor y una conferencia sobre la necesidad del amor carnal. Este punto es de toda necesidad hijos míos, porque el uso de la carne o amor carnal, como lo llaméis, es también una Suprema Ley de la materia, por la que se perpetúa la especie humana.
El Celibato es la negación de la Ley y un crimen de la humanidad ignorante. Yo les pregunto a ustedes. ¿Qué sería un mundo sin hombres, sino por la Procreación, por la unión de los cuerpos de la mujer y del hombre? Toda otra argumentación con capa de virtud es una blasfemia, es la negación de la Ley y del Autor de la Ley, el Supremo Hacedor.
Tal es lo que filosóficamente se deduce del examen del Celibato religioso. ¿Tan mal ha organizado el Supremo Ser la Vida y sus Leyes, para que esta casta improductiva destruya aquello más sacerdotal, y la religión católica quiera enmendar la Creación? Para declarar la Iglesia de los Santos, de las Cruzadas y de la Inquisición, que el Celibato es una virtud y un sacramento, debieron primero haber descubierto el secreto que nacieran los hombres sin madre y sin la unión de los cuerpos. No lo han hecho, entonces el secreto del Celibato es la destrucción de la Humanidad; y solo por esta razón, esa religión no puede vivir entre los que nacen de madres y sentenciar la Tierra a ley inflexible de justicia. Sé que muy pronto está la caída de estas religiones que mantienen la ignorancia y mantienen las fornicaciones.
Puede el hombre faltar a todas las leyes y si cumple la de procreación y engendró un hijo, ese hombre puede ser salvo, más puede cumplir todas las leyes y si falta a la de procreación, bueno, no tendrá progreso, porque sólo ésta crea lazos de vida. Está pues el Celibato contra el progreso y la armonía, que solo para la procreación se hacen los mundos, hijos míos. No hay que confundir la Castidad y la Abstinencia, que es virtud, con el Celibato que es crimen. Y lleva aparejados en sí mismo todos los crímenes y por más, desequilibrio de las armonías de las generaciones.
Pero como de todo esto, yo creo que algo han estudiado del argumento del código de todas las leyes, sólo les voy a exponer la conveniencia y la obligación de que todos los hombres no estén solos, pueden constituir sus familias y procurarse numerosa prole. En este estado, el hombre es verdadero hombre y tiene ante sí abierto el gran libro de cada uno de sus hijos, y es realmente un receptor con cátedra abierta y un juez, a la vez que es un centro sol, cuyo satélite es la compañera, los hijos son los mundos de su sistema que deben marchar armoniosos e iluminados, siempre por el sol, porque en su ausencia, el satélite o compañera debe reflejar la luz, que recibió en depósito del sol su esposo, con quien fundió su alma, cuyos hijos serán el resultado.
Aun cuando tenemos muchísimas afinidades en la Tierra, la primera y mayor es la compañera y para serlo es porque debió llenar nuestro corazón. En ley la habéis tomado, para formar ese sistema planetario, a la par que para librarla de la intranquilidad del celo y del afecto de esos angelitos, ráfagas de amor que se escapan de los pensamientos de muchas virtuosas bellas, que saben que su misión es ser madres y quieran que no, sueñan y atraen a su alrededor a esos espíritus, que deben entrar en sus entrañas para fabricarse sus cuerpos.
El espíritu, en cumplimiento de la Ley dirige el pensamiento de su futura madre, hacia aquel que con afinidad puede ser su padre o debe serlo, sin importar estado ni posición.
Aquí queridos hermanos, hay un infinito abismo de sabiduría, pero no es, ni pueden ser las palabras sino es la Verdad absoluta. Amados hijos, seas hombre o mujer, las mujeres son las viruelas de los hombres, dicen, por lo que es necesario tomar como vacuna una, para librarse de las demás. Tomadla, pues, y cumplid el mayor precepto: “Creced y multiplicaos”.
La Ley solo dice amor. ¿Os amáis? He aquí el verdadero Sacramento con que los bendice el Padre, pero sed jueces vosotros mismos. Yo os enseño a serlo, porque aprendéis a ser sabios y en esa sabiduría, el mundo puede llegar a su meta.
Un hombre sin mujer no tiene más que media vida y está enferma, la materia de su ley no entiende, no puede entender las virtudes de suma creación, cortándole sus funciones divinas que les son depositadas y mandadas multiplicarse y aun la naturaleza imprime a estas funciones todo el gozo y la atracción que tiene para sí atraer el hombre hacia la mujer y la mujer hacia el hombre, a beber el néctar del amor sublime, por lo cual nacen otros seres, continuadores de la Creación. ¿Cómo podrá ser esto falta alguna a la ley humana, si es Mandato de la Ley Divina?
Negarle al cuerpo, pobre instrumento del que el espíritu se sirve para crear la belleza y elevar el progreso, del único goce que como pago a su trabajo le da la Ley, es cometer un crimen y preparar muchos crímenes sin duda, por lo que no se lo neguéis con injusticia; pero evitad, no cometáis el vicio ni el abuso, porque sabéis que los venenos matan, pero esos mismos venenos curan también; todo es cuestión de sabiduría, queridos hijos.
Como lección suprema os quiero dar luz en este punto al parecer intrincado, y es más claro que la luz meridiana. ¿Creéis que algún ser, pueda entrar al mundo por puerta falsa? Si alguno tuviera tal presunción, que presente un hombre que no haya nacido de mujer y sin obra de varón. Quien tal presuma, destruye al Creador, lo trata de loco, de impostor, de injusto y ese no puede ser padre, ni juez, ni nada, sería una fantasía, una quimera, una traición. ¿Queréis un padre así, que haga gracias y dé perdones? Yo no lo conozco. Si lo conociera, lo destruiría por irracional.
Sí hijos míos, porque la Verdad es siempre una sola. Cada ser antes de encarnar, sufre un Juicio, el mismo se hace un proceso y elige padres, pide a la Ley de Afinidades que le prepare todas las cosas en su causa, para que pueda producir el efecto, sin cuya Ley nada se produce. Ved como el Creador no puede producir cosas irracionales, ni hacer gracias, ni dar perdones. Porque Es Justicia y no podría pedir que no cumpliéramos las Leyes, porque Él mismo las quebraría y acabaría de Ser el Autor de la Vida. No, al mundo no puede entrar ningún ser por puerta falsa, y si una mujer concibe, lo que llamamos estado de soltera, viuda o con voto de celibato y se le señala con el dedo, es porque vuestras leyes y costumbres son antagónicas a la Ley Divina, a la cual se ciñen únicamente los espíritus, para ser hombres o mujeres, y se ríen nuestros mismos espíritus de lo grotesco de las leyes, que no se pueden cumplir. Es la declaración de la ignorancia de los hombres. Se señala a la madre sin marido y al hijo sin padre ¿Por qué no se señala al padre de aquel hijo abandonado, que bebió el néctar de la madre, fecundándola, para olvidarla? Ese es uno de los que han hecho las leyes, quizá sea un juez o un cura, pues en todo caso es un hombre, que no merece tal nombre, es un animal que solo liba en el cuerpo.
La mujer que concibe un hijo en tales circunstancias cumplió la inflexible Ley y es digna de respeto y acreedora de respeto y al respeto de todas las madres y los hijos, esos hijos que, por crearse en libertad, a los que llaman ilegítimos ¡Qué ignorancia! Son tan hijos y más hijos del Padre Común, que los nacidos en hogares constituidos. He dicho más, porque en estos tiempos actuales, encarnar un espíritu así, es ser un héroe del progreso, es un valiente que viene en una batalla sin padrinos, sabiendo que no podrá ser bienvenido por la sociedad, ni bien acogido.
Hijos míos, queridos hijos, proteged vosotros a esos valientes, ayudad a sus madres y buscad todos los medios para que los reconozcan sus padres: Por ahí empieza la Civilización. Para esto os regalo por adelantado este punto, del que tenéis amplio campo de acción.
El hombre con mujer vive la vida de dos y la de sus hijos. Está tranquilo y sereno, no tiene tiempo de ser criminal, no tiene que cuidarse de si tiene camisas o si le falta cuellos, ni perder el tiempo de hacerse el alimento y demás cosas necesarias a la vida. Es respetado hombre, porque constituye número entero en la sociedad. El hombre solo, es un quebrado, solo en caso raro es empleado por la matemática social y constitucional. Así pues, os mando a todos que seáis números enteros, con lo cual vuestro poder y vuestras influencias serán mayores. Esto pedimos a los ascetas, a los ermitaños y a los célibes, porque no los hay; dominan la carne, mejor dicho, es su propio verdugo, es contra la Ley y todo es causa del desequilibrio de la sociedad.
Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”.
Madrecita Laura Antonia
Las religiones terrenas y en especial la católica han tratado de imponer el dogma del celibato como una cualidad de pureza, ignorando que atentan contra la Ley de la vida y la Procreación.
Hay espíritus esperando bajar a este plano con el fin de avanzar en su progreso espiritual y con este falso dogma, se atenta al cumplimiento de este mandato Divino.
Ellos hablan del amor, del valor del matrimonio, de la familia pero se contradicen con sus propios actos de hipocresía. han cometidos actos aberrantes, conocidos ya públicamente, en contra de su prójimo, lo que comprueba que su voto de celibato es solo apariencia, una mentira y una maldad.
Bien lo dice la Sagrada Escritura de la Biblia en el Génesis capitulo 1 versículo 27 y 28: Y creó Dios al Hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y lo creó macho y hembra; 28 y los bendijo Dios, diciéndoles: “Procread y multiplicaos y henchid la Tierra; Con esto comprobamos que la Ley de la Vida, del Amor y la Procreación son leyes que debemos cumplir por mandato de nuestro Divino Padre Creador. Así sea.
Gloria al Divino Padre Creador en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad.
Hermana Lorena Perelló V.