Es muy conocido el episodio de Damocles, un cortesano adulador del tirano Dionisio de Siracusa, en Sicilia, en el siglo IV AC. Damocles decía constantemente al rey que admiraba su poder y riquezas. Con el fin de escarmentarlo, el tirano le ofreció ser rey por un día y el adulador aceptó el reto. Fue atendido en un opíparo banquete, pero en medio del festín, se dio cuenta que sobre su cabeza pendía verticalmente, una pesada espada desnuda sujeta por solo una crin de caballo. Al ver la espada, Damocles no solo perdió el aliento y el apetito, sino que como por encanto desapareció su afición al poder y las riquezas. El adulador abandonó el recinto presa del pánico, y así fue como de Damocles nunca más se supo.
Así quedó esta frase acuñada como “la espada de Damocles”, en alusión a este episodio de la Grecia antigua, para ejemplificar el peligro que se instala en aquellos que ostentan un gran poder, pues no solo puede perderlo de golpe, sino todo lo demás incluso la vida.
Hoy, a mediados del decimotercer año del siglo XXI, la antigua “espada de Damocles” existe aún, pero se ha transformado en innumerables misiles intercontinentales con ojivas nucleares, que también penden de un hilito, que de cortarse, serán capaces de exterminar el género humano.
En aquella remota época, Damocles salvó su integridad física emprendiendo las de Villadiego. Pero hoy, todos los que ostentan el poder y se disputan la supremacía mundial, no tendrán escapatoria, si cualquiera de ellos osa cortar el hilito. Con la Guerra Nuclear quedarán pulverizados en segundos, así como dos terceras partes de los habitantes de la Tierra.
En efecto, los entendidos han señalado las consecuencias globales de una Guerra Nuclear: Gran parte de los Continentes de los países directamente involucrados, quedarán convertidos en desiertos radiactivos, lo que significaría no solo el fin de la civilización, sino la aniquilación de la mayoría de la humanidad y posiblemente su extinción. Se puede prever por lo menos de 1.100 millones de muertos en forma inmediata al ataque nuclear masivo. La mitad de la población mundial moriría en pocos días, luego de la devastadora explosión. Con este grado destrucción, no existiría plan de socorro alguno, que pudiera atender a los innumerables heridos y enfermos. Además no existiría casi ninguna infraestructura, para ayudar a la población, quedando los supervivientes en el caos y el abandono total.
En las primeras 48 horas se produciría la lluvia radiactiva, que acabaría con el 50% de los adultos sanos. Las tierras quedarían con un alto envenenamiento radiactivo. Se produciría una “invierno nuclear”, que se asemejaría a una glaciación repentina, de consecuencias catastróficas para los seres vivos. La temperatura global bajaría de una manera drástica en días, desde 0° a 50°. La fotosíntesis no se produciría y la casi totalidad de la vegetación moriría en pocos días, siguiéndola todos los animales herbívoros. En unas pocas semanas no habría más alimento para la mayoría de los seres vivos. Las explosiones nucleares destruirían hasta en un 50% de la capa de ozono, por lo cual la radiación infrarroja del Sol, mataría a los pocos seres vivos que sobrevivieran al “oscurecimiento” nuclear. En la mar, la radiación ultravioleta acabaría con el fitoplancton y con la cadena alimentaria en los mares, provocando una mortandad generalizada de criaturas marinas. (Datos: Wikipedia).
En pocas palabras, al estallar la Tercera Guerra Mundial Nuclear, la humanidad caerá para no levantarse más, tal como está escrito en las Sagradas Escrituras de la Biblia, libro de Daniel profeta, Capítulo 9, vs. 27: …”Y será en el Templo la Abominación de la Desolación” (La Guerra Nuclear en medio Oriente) “y durará la desolación hasta la consumación y el Fin.” (El Día Final).
En el siglo XX el Divino Padre Creador hizo llegar Su Palabra de advertencia, por Sus Ángeles, a través de una incorporación en Madrecita Laura Antonia, el 25 de agosto de 1971, en Santiago:
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad.
Queridos discípulos: Vuestro planeta se encuentra en grave peligro. El hombre será culpable absoluto del fin de la civilización y la destrucción de casi todo el género humano. Vuestra palabra de alerta debe llegar a los cinco continentes.
¡Hombres! ¡Qué son vuestras manos e inteligencia! Con ellas estáis fabricando la muerte de tus propios hermanos inocentes, que serán arrasados en el fuego de vuestro propio infierno.
¡En el Nombre de Dios os ruego, destruyan sus armas!
Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad.”
¿Llegará esta categórica advertencia del Padre Divino, a los oídos sordos de aquellos hombres que en la Tierra ostentan el poder con soberbia, y que luchando por la supremacía mundial, pueden producir con sus alardes, la autodestrucción de la humanidad terrestre?
“Gloria al Divino Padre Creador en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad.”
Madrecita Laura Antonia
Todo lo profetizado se cumplira,lo señalado por los profetas en la antigüedad y confirmado en esta era del apocalipsis por la profeta de Dios,Madrecita Laura Antonia sucederá,tiempos terribles le esperan a esta humanidad. Tenemos que confiar en El Divino Padre Creador, El es la verdadera fidelidad y debemos continuar trabajando con sacrificio y mucho amor para lograr ser merecedores de su infinita y divina protección.
Poco a poco el hombre va cavando su propio fin. La ambición, el poder y la maldad, de la humanidad culminará con la destrucción total del planeta.. Será aún tiempo de poder hacer algo? De cambiar las mentes? Y de destruir las armas?? Si no escucharon las palabras de la profeta del Apocalipsis, que traía la palabra de lo alto, entonces el destino está escrito.. . Los borrará de la faz del planeta.. Bienaventurados los buenos y limpios de corazón porque ellos verán a Dios.. Como siempre el mejor blog
El hombre terreno va hacia su autodestrucción, la soberbia que yace en su espíritu, no le permite escuchar el Mensaje Sagrado y Divino que los enviados del Divino Padre Creador hacen llegar a esta humanidad.
Solo nos queda esperar el día final, progresando Espiritualmente día a día, con obediencia, humildad y amor a nuestro Padre Creador.
Cuando la iniquidad y la ambición de poder queden barridos de la faz de la tierra, volverán a respetarse en el planeta los valores enseñados en la escrituras como el amor a Dios y a nuestros semejantes.
Saludos a todos los integrantes